martes, 12 de marzo de 2019

Castrillo exige que no se cierre su única oficina bancaria

articulo del diariodeburgos.es del 12 de marzo de 2019:


Adrián del Campo - martes, 12 de marzo de 2019 




















El alcalde de Castrillo de la Vega, Juan José Gutiérrez, frente a la sucursal de CaixaBank durante uno de los días en los que está sin servicio. - Foto: A. del Campo

Caja Rural clausuró su sucursal el 28 de febrero y CaixaBank podría hacerlo en abril. El Consistorio ribereño contempla domiciliar los impuestos en otras entidades y los vecinos acusan el «abandono»
Primero cerró la sucursal de Caja Rural, lo hizo el 28 de febrero, y ahora la única oficina bancaria que queda abierta en Castrillo de la Vega, la de CaixaBank, podría seguir el mismo camino. «He hablado con el trabajador de la empresa (CaixaBank) y me ha dicho que en lugar de venir como siempre, tres días a la semana, ahora solamente va a venir un día hasta abril y que después posiblemente vendría cada 15 días o nada. Dicen que cuando el río suena agua lleva», declara el alcalde de Castrillo, Juan José Gutiérrez. Por esa razón, el regidor alza la voz y exige que se mantenga, al menos, la sede financiera que permanece dando servicio en el pueblo: «Reivindicamos que no cierre CaixaBank, si tiene que ser solo con un día de atención a la semana pues con eso valdría, aunque tener más servicios siempre es mejor. Tampoco queremos que sea gravoso para ellos, pero por lo menos un día a la semana sí debe mantenerse».
Juan José Gutiérrez se enteró del cierre de la oficina de Caja Rural como cualquier otro vecino. El Ayuntamiento, al ser cliente de la entidad bancaria, recibió una carta en la que se informaba de que al clausurar la oficina cambiaría el IBAN y otros aspectos. Fue entonces cuando el alcalde llamó para informarse y le respondieron que «no habría una conversión pero que cerraba, que no habría oficina física ni nada». Ante esta inesperada noticia, el regidor reconoce que contemplan llevar los muchos impuestos que tienen domiciliados en Caja Rural a otros bancos, sobre todo a aquella compañía que apueste por el municipio. «Si la Caixa no cerrara y quisiera dar servicio al pueblo, pues trataría, cuando viniera gente de la Caja Rural, enfocarla a que vaya al otro sitio. Es lógico. No es que queramos hacer terrorismo en ese aspecto, simplemente compensar al que nos da el servicio, al que está en el pueblo», sentencia Gutiérrez.
Aunque el director de Caja Rural en Burgos tiene prevista una reunión con el alcalde de Castrillo, este confiesa que no sabe si hay posibilidad de que reabra la oficina. Eso sí, al regidor no parece preocuparle este hecho si logran salvar la sede de CaixaBank: «Que se lo piensen, cuando tengan la competencia y vean que bajan las cartillas, ya veremos qué pasa». Juan José Gutiérrez destaca como base de su lucha el servicio que supone para los vecinos contar con sucursales en Castrillo. «Hay mucha gente mayor que quiere que le expliquen las cosas, que quiere el recibito, y claro, tener que desplazarse a Aranda es un palo gordo», declara el edil  para después enumerar una serie de problemas añadidos. El alcalde habla de la inseguridad de tener que manejarse con cajeros, desplazarse con importantes cantidades de dinero en el bolso, la incomodidad de depender de autobuses para ir a la ciudad...
Los inconvenientes descritos por Gutiérrez los corroboran los propios vecinos. Carolina es dueña de una peluquería y vive con indignación que cada vez le pongan más trabas para residir en Castrillo: «Los que estamos aquí con un negocio, que lo pusimos hace unos años con la idea de tener arraigo en el pueblo, pues vemos que esto se nos está agotando. Que no apuesten por el medio rural cuando nosotros queremos estar aquí, pues nos da pena porque no todo el mundo puede estar en las grandes ciudades». Antonio es otro autónomo que como Carolina tiene que ir a los bancos una o dos veces por semana y dejar de tener las sucursales en Castrillo le obligaría a realizar varios viajes a Aranda. En su caso se dedica a la construcción y lamenta sobre todo «el caos» que le supondrá a la gente mayor. Algunos de sus clientes ya sufren este mal y es el propio Antonio el que los lleva y los trae de Aranda para que le puedan hacer los pagos. Al hablar con más vecinos las quejas se repiten y la demanda de mantener las sucursales se hace unánime. Algunos incluso lamentan el despido del trabajador de Caja Rural. Por todo ello, el Ayuntamiento de Castrillo exige que no cierren el banco que queda y recuerda todo lo que la gente de los pueblos dio a las cajas.