viernes, 19 de septiembre de 2014

Pregón de fiestas

Estoy segura de que a muchos os gustó el emotivo pregón de este año por
D. Julián Daniel Benavente Herrero. Para que lo podáis leer con tranquilidad, le he pedido a D. Julián que me lo enviara para publicarlo en el blog. Asi que, a continuación, el texto del pregón de este año:


PREGÓN DE LA FIESTA DE SANTIAGO APOSTOL
PATRÓN DE CASTRILLO DE LA VEGA

Castrillo de la Vega, 24 de julio de 2014

Sr. Alcalde, miembros de la corporación municipal, organizadores de la fiesta, quintos y quintas, integrantes de las peñas, castrillenses, forasteros y familiares, amigos todos, buenas noches.
Nunca puede imaginar, sentir un día la alegría de ser el pregonero de la fiesta de mi pueblo. No nací aquí, pero Castrillo es mi pueblo, por sangre y por sentimiento. Soy hijo de Julián, el Benjamín de los Benavente Ramírez, su mismo nombre llevo. Aquí nació hace más de cien años y aprendió a ser hombre. Al cumplir la edad para ir a filas, levantó el vuelo impulsado por la ilusión de sus sueños. Después de unos años de formación y trabajo arribó a Salamanca y encontró el amor de su vida, mi madre María. Unidos realizaron el proyecto de su vida y quedaron para siempre. De allí venimos hoy, con el mayor gozo, sus hijos, nietos y biznietos, a celebrar con vosotros la fiesta de nuestro Patrón, Santiago Apóstol.
Desde el primer momento mi padre nos transmitió el inmenso amor que sentía hacia su Castrillo. Solo os referiré el último recuerdo, que fue su despedida de vosotros. Faltándole horas para partir hacia el cielo, con plena conciencia, le dijo a un sobrino que volvía para el pueblo: “Les das un abrazo muy fuerte a los de Castrillo y que sepan todos lo mucho que les quiero”.
Al proponerme nuestro Alcalde ser el pregonero, acepté sin pensarlo, llevado por la emoción. Después he comprendido que es un honor que no merezco, espero sabréis disculpar mi atrevimiento. Señor Alcalde, no sé como manifestarte mi agradecimiento. Me has hecho muy feliz rememorando mis recuerdos y he comprendido lo mucho que debo al pueblo.
He podido comprobar que hay muchos castrillenses que estando a distancia, hasta en el extranjero, aman a Castrillo. Incluso sin conocerlo sueñan con un día verlo. Porque aquí están nuestros orígenes, padres, abuelos, bisabuelos o tatarabuelos. También los hay, que sin haber nacido en el pueblo, viven aquí felices, lo aman y luchan por él. Con algunos mantengo contacto por las redes sociales. Así, los Ramírez, que viven en América del Norte y del Sur, se reunieron hace poco en Perú. Allí celebraron una fiesta con una misa de acción de gracias. Me uní a ellos en espíritu y les prometí que hoy les recordaríamos con todo el cariño.
Castrillo, ¡qué hermosos recuerdos traes a mi memoria! No voy a referir a todo lo que tenemos. Lo conocéis mejor que yo. Tenéis un programa donde charlan abuelos y nietos y así os pasáis las tradiciones. Me ha encantado saberlo. Si pudiera me apuntaría como nieto.
Recordando he descubierto un hecho que viví aquí, hasta he pensado que tenga que ver con mi vocación de médico. Uno de mis mayores amores. Siendo yo pequeño, con buen conocimiento. Estando de vacaciones sufrí unas anginas con fiebre de cuarenta y cuarenta y uno. ¡Qué mal lo pasé! Las mujeres le decían a mi madre que me diera aceite de candil con sal gorda en el cuello. Pasaban los días y seguía igual. Hasta que llegó un buen médico de Aranda de Duero y me recetó Prontosil, la primera sulfamida. Entonces no había penicilina. Fue mano santa. A las cuarenta y ocho horas estaba nuevo. Vi el bien que podía hacer un médico.
Hoy al contemplar el vestido de las gentes, los edificios, la Cooperativa, la Bodega de San Roque, las infraestructuras y toda la actividad, tan amplia y adecuada del pueblo, que su página web propaga. Exclamo con alboroto y alegría: ¡Cuánto, para bien, ha cambiado mi pueblo¡ ¡Qué bien ha aprovechado los avances de la ciencia, la técnica y la cultura!
Al reflexionar, he comprendido que siendo esto grande, no es lo mejor que tiene el pueblo. Son las personas las que hacen el pueblo, y es para las personas el pueblo. El progreso lo hacen los hombres y mujeres con su trabajo y esfuerzo. Hay valores comunes que hacen a las personas grandes y buenas. Son sus fundamentos. Mi padre aquí los aprendió y nos los irradió como un fiel espejo. Así he comprendido con toda claridad lo que tengo que agradecer a las personas de este pueblo. Son los valores: la verdad buscada y respetada, el trabajo bien hecho, con constancia, ilusión y esfuerzo, el amor a los demás, en la familia, en la profesión y en la sociedad. Y con el máximo respeto os diré que me transmitió la Fe en Cristo, que como bien sabéis se resume en el amor a Dios y al prójimo. Nuestro patrón Santiago Apóstol, “El Hijo del Trueno”, fue discípulo muy directo.
Todos estos valores que trato de seguir, es lo más grande que poseo, mi padre nos lo enseñó y él los aprendió en este pueblo. Por eso quiero daros las gracias a todos y expresaros que siento, sin soberbia, un orgullo especial de ser hijo de Castrillo, de Castrillo de la Vega. Y quisiera proponeros que a todas las personas anónimas, pero muy grandes en sus virtudes, que nos han precedido o están entre nosotros, les hagamos un monumento en lo más hondo de nuestro ser para que nos sirvan de modelo.
Paremos en el camino, hagamos un alto y celebremos con el mayor gozo la fiesta de nuestro patrón Santiago Apóstol. Razones nos sobran y bien merecido lo tenemos.
Unámonos todos los catrillenses como en un racimo. Un racimo de los buenos. Hombres y mujeres, niños, jóvenes y mayores, vecinos y forasteros y los que están por el mundo. Olvidemos los que nos separa y busquemos nuestro amor sincero, entregándonos unos a otros para hacernos felices.
La alegría nos embargue, es el Patrón de nuestro pueblo. Repiquen a fiesta las campanas, toquen trompetas y tambores, marquen el ritmo las charangas, que para eso bien buenas las tenemos. Cantemos, bailemos, riamos, charlemos y disfrutemos. Comamos las rosquillas que con tanto cariño han hecho las mujeres, bebamos el vino que del mejor origen tenemos, de La Ribera del Duero. Hagámoslo todo con armonía. Y así será la fiesta más completa y sana. Y al terminarla, con más fuerza, volveremos al camino a seguir con toda la ilusión y esfuerzo.
Amigos de Castrillo, no me despido de vosotros, os llevo conmigo. Estáis en lo más profundo de mi alma. De poco podré serviros, pero si en algo puedo siempre estaré a vuestro lado.
Gentes de la Ribera del Duero, que como los cristianos castellanos guardáis a Dios, el sol de España os ilumine, y Él, que lo hizo, os llene de paz, alegría, luz y de riqueza, en los valores eternos de nuestra tierra.
Así seremos todos verdaderos pregoneros de nuestra Fiesta y, es más, de la esencia de nuestro pueblo.
Muchas gracias a todos.
¡VIVA SANTIAGO APOSTOL!
¡VIVA CASTRILLO DE LA VEGA!

¡VIVA LOS CASTRILLENSES¡