A continuación os dejo el pregón pronunciado por nuestro cura párroco D. Marcos Pérez Illera:
Señor
alcalde, señoras y señores concejales, autoridades, castrillenses y amigos
todos, buenas tardes.
En primer
lugar, quiero agradecer al Ilustre Ayuntamiento de Castrillo de la Vega el
privilegio de anunciar, como pregonero, el comienzo de las Fiestas en honor de
Santiago Apóstol y Santa Ana.
Aunque no
creo ser merecedor de este enaltecimiento me enorgullece estar delante de este
micrófono porque muestra la estima que tenéis hacia mi persona, mérito que
debo, en buena medida, a mis predecesores por el buen hacer en el ejercicio de
su ministerio sacerdotal en este querido pueblo.
Sentirme acogido. Este es el mayor
sentimiento que aflora en mi corazón en este instante. Para
cualquier persona, y también para un sacerdote, - porque somos también personas
-, es vital sentirse acogido allí donde se encuentre: la familia, el trabajo,
amistades…Pues bien, desde el primer momento que puse los pies en esta
villa ribereña no me ha abandonado la
sensación de ser aceptado y apreciado,
lo cual ha sido mostrado y demostrado con infinidad de detalles que me
han hecho la vida agradable y armoniosa entre vosotros. Esta vivencia, la
acogida, es algo que quiero destacar en esta tarde, como una de las virtudes
que define vuestra personalidad de castrillenses.
No hace
mucho tiempo leía estas palabras de un escritor dominicano: “Cuando acogemos
a la persona tal cual es, sin pretender
cambiarla ni subordinarla, estamos acogiendo la vida. Cuando aceptamos a
nuestros hermanos y hermanas, tal cuales son, estamos abriendo nuestros
corazones al mejor de los amores posibles.”
Comparto plenamente estos
pensamientos porque en el arte de acoger no solamente nos jugamos la
posibilidad de un encuentro agradable sino que abrazamos toda la vida de quien
está delante de nosotros. Y ésta es la experiencia que he tenido en estos dos
breves, pero intensos años entre vosotros.
Me alegra y me llena de esperanza
residir en un pueblo que está lleno de vida. Desgraciadamente esta afirmación
no se puede hacer de la mayoría de nuestros pueblos de Burgos que están
abocados a desaparecer porque, simplemente, no es posible vivir en ellos.
Cuando me preguntan amigos o compañeros sobre la vitalidad de Castrillo suelo
darles el dato de la población infantil y juvenil, y se asombran al saber que
en la escuela de primaria que tenemos en el pueblo participan 50 niños, y que
otros tantos adolescentes se desplazan
cada día en autobús al instituto. Esto es un signo de vida. Me consta que estáis haciendo lo imposible
para que Castrillo tenga cada vez más entidad y disponga y disfrute de los
mejores servicios. Cuando llegué aquí destinado acababais de inaugurar el
frontón. He visto cómo se hacía realidad el desvío de la A 11, con la
consecuente descongestión del tráfico rodado en la carretera que atraviesa
nuestra localidad. Esto son dos ejemplos de realidades que favorecen la vida
del pueblo, fruto del tesón y del trabajo compartidos. Desde esta atalaya me
sumo humildemente a todos vosotros para seguir apostando por un pueblo que
crece unido, en el que todos nos sintamos reconocidos y corresponsables en su
buen funcionamiento.
Vamos a dar
comienzo, en este pueblo milenario, las fiestas en honor a Santiago Apóstol.
Buena elección la que hicisteis en tomar como patrón a tan excepcional santo.
Como bien sabéis, es significativo no sólo por ser uno de los amigos íntimos de
Jesús, sino porque se personó en la península ibérica llegando hasta lo que
entonces era el fin del mundo, Finisterre, dejándonos el mensaje de una vida,
la de su amigo Jesús de Nazaret, que tantos seguidores ha tenido en estos dos
mil últimos años. Tan importante fue su paso por la península que figura como
patrono de nuestra nación.
Seguramente que él también se sintió
acogido en esta tierra de hispanos, y a su vez la gente aceptó la propuesta de
ese mensaje de Jesús basado en la fraternidad y la solidaridad. Pues bien, que
en estas fiestas que hoy empezamos la
fraternidad y solidaridad sean signo de nuestra convivencia, y no sólo
durante estos días, sino durante todo el año.
Al hilo de esto recuerdo una anécdota
que cuentan de Diógenes, el filósofo
griego. Dicen que un día estaba Diógenes plantado en la esquina de una calle
riendo como un loco. ¿De qué te ríes?», preguntó un transeúnte. - «De lo necio
que es el comportamiento humano», respondió. - « ¿Ves esa piedra que hay en
medio de la calle? Desde que llegué aquí esta mañana diez personas han
tropezado con ella y la han maldecido, pero ninguna de ellas se ha tomado la
molestia de retirarla para que no tropezaran otros con ella.”
No caigamos en la necedad de la que
nos avisa Diógenes, y pongamos de nuestra parte para retirar esas piedras del
camino que pueden hacer caer al otro además de a nosotros. Al final nos
estaremos beneficiando todos y será posible la construcción de esa fraternidad
y solidaridad a la que me refería antes.
Que a partir de esta tarde comience
un tiempo que se grave en nuestras memorias por haber sido unos días mágicos en
los que veamos resueltos todos nuestros anhelos, en los que seamos plenamente
felices. Para ello, podremos compartir
algo de nuestro tiempo; también podremos contagiar nuestra alegría, brindar
nuestro apoyo a los que no han podido dejar por unos días sus afanes, sus
preocupaciones. Pero, sobre todo, esta semana tenemos que sentirnos más
próximos, más dispuestos a ser solidarios, y tenemos que sentir el deseo de un
pueblo que quiere vivir en paz, que quiera vivir mejor. Divertirse sanamente ya
es empezar a vivir mejor; es hacernos bien a nosotros, es hacerle bien al
pueblo.
No quiero olvidar mi saludo afectuoso para todos aquellos
castrillenses que por avatares del destino no se encuentran durante estos días
entre nosotros y, naturalmente, un saludo también entrañable para todos
aquellos que no habiendo nacido aquí se han incorporado de pleno derecho y como
uno más a las costumbres y forma de vida de este pueblo.
Y como la
cabra tira al monte, si me permitís, voy a
terminar este pregón elevando al apóstol
unas palabras a modo de plegaria:
Bendice a
todos los castrillenses, apóstol querido. Sabemos que tu intercesión ante el
Maestro, no caerá en el vacío, más bien será llevada en tu corazón y escuchada
atentamente por quien fue tu mejor amigo. Apóstol protector, condúcenos hasta
el Bien por los caminos de la solidaridad, sin permitir que nuestros tropiezos
en el duro trasiego se conviertan en eternas paradas que frustren nuestros destinos. Permítenos sentir, cada día, tu aliento esperanzador y animoso, lo mismo
que tú sentiste en las orillas del Ebro el de María.
Gracias Apóstol Santiago, por tu
cercanía y protección, y por llevarnos hasta Dios con tu ejemplo y sabiduría.
Viva Santiago
apóstol.
Viva
Castrillo de la Vega.
Felices
fiestas a todos.