Adrián del Campo - martes, 12
de marzo de 2019
El alcalde de Castrillo de la Vega, Juan
José Gutiérrez, frente a la sucursal de CaixaBank durante uno de los días en
los que está sin servicio. - Foto: A. del Campo
Caja
Rural clausuró su sucursal el 28 de febrero y CaixaBank podría hacerlo en
abril. El Consistorio ribereño contempla domiciliar los impuestos en otras
entidades y los vecinos acusan el «abandono»
Primero cerró la sucursal de Caja Rural,
lo hizo el 28 de febrero, y ahora la única oficina bancaria que queda abierta
en Castrillo de la Vega, la de CaixaBank, podría seguir el mismo camino. «He
hablado con el trabajador de la empresa (CaixaBank) y me ha dicho que en lugar
de venir como siempre, tres días a la semana, ahora solamente va a venir un día
hasta abril y que después posiblemente vendría cada 15 días o nada. Dicen que
cuando el río suena agua lleva», declara el alcalde de Castrillo, Juan José
Gutiérrez. Por esa razón, el regidor alza la voz y exige que se mantenga, al
menos, la sede financiera que permanece dando servicio en el pueblo: «Reivindicamos
que no cierre CaixaBank, si tiene que ser solo con un día de atención a la
semana pues con eso valdría, aunque tener más servicios siempre es mejor.
Tampoco queremos que sea gravoso para ellos, pero por lo menos un día a la
semana sí debe mantenerse».
Juan José Gutiérrez se enteró del cierre
de la oficina de Caja Rural como cualquier otro vecino. El Ayuntamiento, al ser
cliente de la entidad bancaria, recibió una carta en la que se informaba de que
al clausurar la oficina cambiaría el IBAN y otros aspectos. Fue entonces cuando
el alcalde llamó para informarse y le respondieron que «no habría una
conversión pero que cerraba, que no habría oficina física ni nada». Ante esta
inesperada noticia, el regidor reconoce que contemplan llevar los muchos impuestos
que tienen domiciliados en Caja Rural a otros bancos, sobre todo a aquella
compañía que apueste por el municipio. «Si la Caixa no cerrara y quisiera dar
servicio al pueblo, pues trataría, cuando viniera gente de la Caja Rural,
enfocarla a que vaya al otro sitio. Es lógico. No es que queramos hacer
terrorismo en ese aspecto, simplemente compensar al que nos da el servicio, al
que está en el pueblo», sentencia Gutiérrez.
Aunque el director de Caja Rural en
Burgos tiene prevista una reunión con el alcalde de Castrillo, este confiesa
que no sabe si hay posibilidad de que reabra la oficina. Eso sí, al regidor no
parece preocuparle este hecho si logran salvar la sede de CaixaBank: «Que se lo
piensen, cuando tengan la competencia y vean que bajan las cartillas, ya
veremos qué pasa». Juan José Gutiérrez destaca como base de su lucha el
servicio que supone para los vecinos contar con sucursales en Castrillo. «Hay
mucha gente mayor que quiere que le expliquen las cosas, que quiere el
recibito, y claro, tener que desplazarse a Aranda es un palo gordo», declara el
edil para después enumerar una serie de problemas añadidos. El alcalde
habla de la inseguridad de tener que manejarse con cajeros, desplazarse con
importantes cantidades de dinero en el bolso, la incomodidad de depender de
autobuses para ir a la ciudad...
Los inconvenientes descritos por
Gutiérrez los corroboran los propios vecinos. Carolina es dueña de una
peluquería y vive con indignación que cada vez le pongan más trabas para
residir en Castrillo: «Los que estamos aquí con un negocio, que lo pusimos hace
unos años con la idea de tener arraigo en el pueblo, pues vemos que esto se nos
está agotando. Que no apuesten por el medio rural cuando nosotros queremos
estar aquí, pues nos da pena porque no todo el mundo puede estar en las grandes
ciudades». Antonio es otro autónomo que como Carolina tiene que ir a los bancos
una o dos veces por semana y dejar de tener las sucursales en Castrillo le
obligaría a realizar varios viajes a Aranda. En su caso se dedica a la
construcción y lamenta sobre todo «el caos» que le supondrá a la gente mayor.
Algunos de sus clientes ya sufren este mal y es el propio Antonio el que los
lleva y los trae de Aranda para que le puedan hacer los pagos. Al hablar con
más vecinos las quejas se repiten y la demanda de mantener las sucursales se
hace unánime. Algunos incluso lamentan el despido del trabajador de Caja Rural.
Por todo ello, el Ayuntamiento de Castrillo exige que no cierren el banco que
queda y recuerda todo lo que la gente de los pueblos dio a las cajas.